Nuestro disco sinodal llega a Mecano
Os narro esta
anécdota porque al contársela al obispo, D. Francisco, me animó a escribirla ya
que encierra una enseñanza para la tarea pastoral. Tiene como fondo nuestro
disco sinodal, “Senda de Luz”, promovido por el obispo, junto al libro de
reflexión y oración.
Resulta que
conocí a José María Cano, uno de los
componentes del grupo musical “Mecano”
que en la época de los 90 marcaron un hito en la historia de la música del pop
español. Le conocí en una misa que
cada año se celebra en un convento de monjas de clausura en Castrojeriz, un
pueblo de Burgos donde cada año brinda un homenaje a dos personas que murieron en
un accidente de tren.
¿Quiénes eran? Pues dos amigos que en su juventud vivieron
“la movida” a tope rodeados de éxito y
dinero pero que, gracias a la educación
en la infancia y a sus inquietudes, les movió a un cambio de vida tan radical que dejaron su mundo de lujos y vida
acomodada para encaminarse a la
India y volcarse en los proyectos de ayuda solidaria de la Madre
Teresa de Calcuta. Allí también llegó José María Cano, el
guitarra de “Mecano”, que fue un joven muy rico, inquieto e interesado por la figura de Jesús como
cuenta en su canción “JC”; pero al
contrario que el joven rico del evangelio, se unió a esos amigos poniendo su
dinero al servicio de los proyectos humanitarios de la ya hoy Santa Teresa de
Calcuta.
Tras la trágica muerte de sus amigos,
José María Cano se hizo cargo del proyecto y cada verano reúne a los colaboradores en ese convento de Santa
Clara para continuar y revitalizar el espíritu
que lo mueve. Este año las monjas me invitaron a presidir la Eucaristía y de ahí
procede mi encuentro con él. Hablamos de música y le regalé el disco sinodal. En la homilía comenté su canción “JC”, dedicada a Jesucristo, donde se narra la
vida de un joven que se interesa por
su forma de vivir pero que duda y no
se atreve a dar el paso de seguirle, hasta
que descubre que Jesús ha dado su vida por aquello que ha predicado. El
estribillo, ”tu y yo, tú y yo”,
expresa la seguridad en la decisión
para seguir a Jesús.
Le conté que esta
canción ha servido a muchos jóvenes para reflexionar en reuniones y cantarla en
celebraciones de los campamentos de
la parroquia. Le vi que me escuchaba con agrado. En sus ojos se vislumbraba una
emoción envuelta de sencillez y admiración
que yo también expresé cuando tuvo la deferencia
de cantar en la Misa
dicha canción acompañado de su hijo. Con
un gracias, un abrazo y una foto terminó este anecdótico encuentro. Nuestro
disco sinodal ha caído en esas buenas
manos que desprenden tanta sensibilidad musical
como humanitaria.
Nunca se sabe
dónde caerá la semilla del evangelio al que tantos esfuerzos dedicamos, pero yo
estoy convencido de que germinará y dará fruto en los lugares y personas menos imaginables. Esta anécdota, como
otras, me confirma que la Palabra de Dios nunca se pierde.
Os invito a buscar en Youtube y a escuchar la canción “JC de Mecano”.
Seguro que todavía os dará un empujón para seguir a Jesús y continuar sembrando
para que surjan muchas historias sorprendentes llenas de generosidad apasionante.
Tino Escribano Ruiz