EL NIÑO DEBE TENER SU PROPIO PROTAGONISMO EN EL SÍNODO


Francisco Cobos, laico, miembro de la organización del X Sínodo de Plasencia, explicó su experiencia desde el punto de vista de los niños. “Terminamos en el 2005, la propuesta que nos hicieron es que nuestra experiencia os ayudara en algo a vuestro sínodo. Nuestro hacer en aquel caminar está también presente en vuestro sínodo. Participé en las etapas iniciales, la elaboración de la encuesta, estudio, análisis. Posteriormente me encargaron la participación de los niños en el Sínodo Diocesano”.

Durante la fase preparatoria del Sínodo se organizó una comisión para el trabajo con la infancia. El objetivo era que los niños comprendieran y entendieran qué era el sínodo y que participaran, que estuvieran presentes en el sínodo y que también trabajasen sobre él en los grupos.

Para ello se elaboraron tres catequesis.

La primera, celebramos un sínodo, qué se hace en él, por qué la iglesia quiere entrar en un proceso sinodal, etapa formativa pero eminentemente informativa.  “Soñábamos con que los niños se ilusionaran con participar en el sínodo. Nosotros decíamos que el sínodo era caminar juntos”, explicaba.

Fue también el momento de explicar el signo, el contenido, el lema, “Levántate, escucha y camina”. “Les invitábamos a rezar por el sínodo. El sínodo se trabaja por la participación y la oración. Y la de los niños, también era importante”, añade Cobos.

En una segunda fase les explicaron que todos formamos la Iglesia, niños, jóvenes y mayores, los de la ciudad, los de los pueblos, y que para ser mejores, tenemos que pararnos y pensar. Tenemos que unir y no dividir. “Nosotros a veces también vivimos así, yo soy de esto o de aquello. Tenemos que caer en la cuenta de quiénes no participan. Es un primer paso de revisión, y ver cómo está siendo nuestra vida en la Iglesia. Explicar y caer en la cuenta de que personas, importantes en nuestra iglesia, Jesús sobre todo, pero también el Papa, nuestro obispo, consideran que los niños son importantes en la vida de la Iglesia”.

“En un tercer momento, les preguntamos por las convivencias, las actividades que hacíamos en la iglesia, y queríamos conocer su opinión. En un documento les pedíamos que explicaran qué les gustaba y qué no. A qué se comprometían, etc.”

En la mitad del proceso del Sínodo, el obispo Don Carlos fue traslado a Salamanca y se quedó Don Ciriaco Benavente como administrador apostólico hasta la llegada de Don Amadeo Rodríguez. Este proceso, hizo que se estancase un poco el sínodo y, además, que se reestructurara. “Las opiniones de los niños y los jóvenes, quedaron olvidadas en algún cajón. Las reflexiones de niños y jóvenes, no quedaron reflejadas en las constituciones Sinodales” reconoce Cobos. “El décimo Sínodo fue convocado para disponernos para la evangelización ante el cambio del milenio, siguiendo la carta del entonces Papa, San Juan Pablo II, hablando de la nueva evangelización”.

Ni en la convocatoria de Plasencia ni en la de Coria-Cáceres se menciona específicamente a los niños. “Quizá no es necesario porque se convoca a todos los fieles, y los niños desde el bautismo lo son” añade. “La mayoría de las veces consideramos a los niños objeto de  evangelización, a quienes tenemos que formar, enseñar… es cierto que necesitan un acompañamiento, pero como todos en el tema de la fe. Parece que todo lo que pensamos de los niños es lo que tenemos que ofrecerles, pero los niños, también tiene el deber de evangelizar como creyentes. No perdamos de vista lo que los niños tengan que decir y pensar sobre evangelizar en sus ambientes, familias, vidas… el niño  no es un proyecto de futuro, no es una persona en proyecto, es persona ya, y en el sínodo debe tener su propio protagonismo”.

Deseamos la presencia de los niños, pero a veces sólo como algo decorativo, cuando queremos tratar algo importante los apartamos. También los utilizamos para la evangelización, pero tanto en cuanto a través de ellos podemos enganchar a los padres. Son un medio para evangelizar la familia. No son un fin, sino un medio, sin darles el valor que tienen en sí.

“No les pedimos opinión sobre la Misa, o la convivencia de este año… son escasas las veces en que pedimos opinión a los niños. En nuestros consejos pastorales, parroquiales, ¿participan los niños?, ¿se les escucha de alguna manera?”, pregunta el ponente. “No solo quiero ser críticos con los demás, también conmigo mismo. Jesús recrimina a sus discípulos cuando intentan apartar a los niños. Les propone a los niños como modelo”.

¿Cómo potenciamos la participación de los niños en el Sínodo?

En el de Osma-Soria, en 1994, se recogía en uno de los artículos de la convocatoria, expresamente, la participación de los niños debe lograrse incorporando los temas del sínodo a las catequesis ya las clases de religión en la medida de lo posible y con arreglo a su edad.

Francisco reconoce sin embargo: “Esto requiere mucho trabajo, iniciativa, creatividad, hacen falta voluntarios dispuestos, hay que reconocer las propias resistencias y apatías propias de los niños. Sé lo que cuesta animar el mundo infantil, no solo es por nosotros. También nos pasa a los laicos en la participación en la iglesia, estamos todo el día, los curas no nos dejan y los laicos a veces no nos ‘echamos para adelante. Tenemos que responsabilizarnos”.

Podemos tener tentaciones de hacer un Sínodo paralelo con los niños. Los mismos contenidos que para los mayores pero para los niños. “Sería como intentar hacer adultos a los niños. Así no estaríamos respetando su propio estilo. El sínodo es uno y es para todos y ahí es donde tenemos que encontrar cómo vivirlo todos juntos sin hacer divisiones. Hay que traducir y adaptar los temas para los niños. A su nivel”.

Podemos y debemos utilizar las nuevas tecnologías, los móviles -a pesar de que a algunos nos pese, los niños y los adolescentes, lo ven como algo cotidiano- y nos permite una organización muy fácil.

Otra idea, añade el ponente, podría ser que acuda una representación de los niños a la asamblea sinodal. “A los niños les cuesta mucho la cuestión geográfica, diócesis, arciprestazgo… e intentar que tengan una visión diocesana, para ellos es mucho más cercano la parroquia y el barrio, esto es lo que sería más importante para trabajar con ellos”.

No hay que quedarse en los resultados. Lo importante es el proceso, la participación.