VII CONGRESO: SÍNODO, TERMÓMETRO DE MADUREZ


“El Sínodo es el termómetro de nuestra madurez cristiana” 
Don Vicente Jiménez, arzobispo de Zaragoza

El Congreso Teológico Pastoral ha dado comienzo en la tarde del jueves 21 de mayo en el Complejo Cultural San Francisco. Tras el rezo de vísperas y la inauguración oficial, Don Francisco Cerro ha agradecido la presencia de don Vicente Jiménez, arzobispo de Zaragoza, ya que este cuenta con una apretada agenda.

Además, el prelado diocesano, ha ofrecido una pequeña consideración sobre las tres claves del congreso. Primero, una eclesiología de comunión: que sacerdotes, religiosos y laicos caminemos juntos con Cristo, “no consiste en hacerlo todo rápido, sino en llegar juntos”, matiza. Segundo, la vida consagrada es, fundamentalmente este año, una referencia para el seguimiento de Cristo, reflejo de la iglesia que desea el Papa Francisco, una iglesia pobre y para los pobres y, por último, la presencia de Santa Teresa de Jesús en el quinto centenario de su nacimiento a través del musical de Rogelio Cabado y la conferencia de Sánchez Adalid.

Don Vicente Jiménez, ha recordado que estuvo presente en la ordenación de Don Francisco como obispo y ha alabado a nuestro obispo, diciendo que tiene un fuerte corazón de pastor y que se desvive por todos.

El arzobispo de Zaragoza comenzó su intervención hablando de sus orígenes. “Mis padres procedían de pueblos humildes de Soria, en mi infancia aprendí a amar a Dios, a la virgen, a hacer el bien a los demás, a ser humilde y sacrificado”. También ha agradecido a los sacerdotes que orientaron su camino, y sus profesores, “no sólo eran profesores sino maestros que educaban en la calle y en el aula”.

Hoy era un día especial para don Vicente, “se cumplen 11 años de mi ordenación en Osma-soria y cuatro meses de mi ordenación como arzobispo de Zaragoza”.

El arzobispo ha felicitado a la Diócesis por esta iniciativa eclesial: “os animo a que lleguéis a buen puerto. Que esta experiencia sirva como modelo y referente para otras iglesias particulares o Diócesis y para Gloria de Dios”.

El arzobispo de Zaragoza, Ha ofrecido unas reflexiones sobre el sínodo a la luz del Concilio Vaticano II, explicando que el Sínodo es una experiencia fuerte como iglesia y ha apuntado finalmente algunas actitudes pastorales para este camino sinodal.

Reflexiones a la luz del Concilio Vaticano II

Las reflexiones del Vaticano II se centraron en la Iglesia, en su ser, su misión y su tarea. La Iglesia fue el tema central. La Iglesia es pueblo de Dios, cuerpo de Cristo y templo del Espíritu. En el magisterio posterior se indica que el concepto comunión indica una realidad muy rica y de múltiples aspectos, una realidad poliédrica que sólo se entiende si se ven todas las caras, una comunión con Dios, en su Palabra y en los sacramentos. La Iglesia de Dios, bajo la Palabra, celebra los sacramentos para la vida del mundo. La Iglesia nace del misterio de Dios Padre, Hijo y Espíritu. La Iglesia se edifica con los diferentes modos de ser, pero “comunión no es igualitarismo ni liberación”. La iglesia se encarna en el tiempo, el espacio y las culturas. 

Laicos, consagrados y obispos, juntamente, tienden hacia un único objetivo, hacer crecer el cuerpo de Cristo hasta la plena madurez. “En vuestro sínodo, el Espíritu de Dios va a soplar en los niños, los jóvenes, los adultos y los mayores”, apunta el prelado.

Don Vicente, ha lanzado un mensaje especial a los consagrados, no se concibe un sínodo sin los religiosos y sin la presencia y participación de los laicos: “Después del Concilio vaticano II un Sínodo no puede ser la reunión del obispo con los curas, sino una reunión del obispo con toda la diócesis”, en la que impere el diálogo, el respeto y la cercanía, añade. “Todos somos cuerpo, pero hay cabeza, en representación de Cristo está el obispo; en el cuerpo está la mano y sus dedos, no es lo mismo un pulgar que un índice. Cada uno es necesario según su vocación y carisma”.

Una experiencia fuerte como Iglesia

Don Vicente Jiménez, ha explicado que el sínodo es una experiencia fuerte para la diócesis, de gran calado y de importante envergadura, pertenece a su historia, no sólo en la crónica. “Será piedra miliar en la historia de la diócesis de Coria-Cáceres. Que el obispo llame a sus miembros, y poner en estado de sínodo, es uno de los acontecimientos más solemnes y comprometedores para la iglesia diocesana. Es el termómetro de vuestra madurez cristiana, es una prueba de la vitalidad espiritual, un signo de la capacidad de hacernos cargo de la misión evangelizadora”.

“Vuestro obispo es sencillo y humilde, como el Papa Francisco y Francisco de Asís, y junto a la exhortación Evangelii Gaudium se abre ante vuestra iglesia de Coria-Cáceres una experiencia en la que hay que aventurarse a navegar mar a dentro con Cristo a la cabeza. Un proceso a realizar juntos con Cristo para buscar, renovar y fortalecer la fe. Una iglesia que es al mismo tiempo, semilla, germen levadura y un Reino nuevo para una humanidad nueva. Va a ser un momento de gracia para progresar en el amor y en la unidad, para renovarnos en las parroquias y movimientos, para anunciar la salvación de Cristo a los más necesitados y que sufren la crisis, y sus zarpazos, una crisis que no acaba de remitir”.

Se cumplen 50 años de la clausura del Concilio Vaticano II, y don Vicente desea que éste impregne el sínodo diocesano: “Ojalá vuestro sínodo reciba la frescura y la enjundia de los textos del Concilio Vaticano II, sirva para mejorarlo, reflexionar y vivirlo en profundidad”. También el documento programático de la Evangelii Gaudium, del Papa Francisco: “¡Qué mejor documento! Pocas diócesis van a reflexionar y recepcionar en profundidad tanto como la vuestra este documento del Papa”.

“Los obispos españoles no queremos quedarnos al margen de la misión evangelizadora. En la misma sociedad española también están presentes el olvido de Dios y la debilitación de la fe, con nuestra acción pastoral queremos responder a la crisis que vive nuestro pueblo. Necesitamos asumir ese estilo evangelizador recomendado por el Papa Francisco en todas nuestras actividades pastorales, en una clave esperanzadora y esperanzada”, culmina el prelado.

Actitudes pastorales para este camino sinodal

Don Vicente Jiménez, arzobispo de Zaragoza, recomendó encarecidamente leer del 24 al 33 de la Evangelii Gaudium, donde analiza su Santidad cómo cambiar las formas.

- Una espiritualidad con vida de oración, basada en una experiencia fuerte de Dios, en tiempos recios. Amigos fuertes de Dios, dice Teresa de Jesús.

- Aspiración a la santidad. Sin la marca de santidad, nuestra palabra difícilmente abrirá brecha en la sociedad. 

- Eclesialidad sentida y vivida en comunidad, sin caminar como llaneros solitarios. Nadie evangeliza en solitario.

- Cercanía a la realidad concreta de las personas. Tomar el pulso y el latido y manifestar la necesidad de estar abiertos a ella, siendo sensibles a sus problemas y dificultades, esperanzas y logros.

- El diálogo, con el mundo, con la Humanidad. Algo que promovió el Concilio Vaticano II.

- El espíritu de servicio y disponibilidad. No disimular ni hacer cualquier cosa por agradar a los hombres. La verdad que nos hace libres es Cristo.

- Servicio de amor a los hermanos, un amor fraternal siempre creciente. No se puede evangelizar lo que no se ama. No ser profetas de calamidades y desventuras. Ser amigos de los hombres,  nuestros hermanos, que Dios los quiere apasionadamente.

- Por último, con una actitud de alegría, de esperanza. Fruto del espíritu según San Pablo. La alegría es distintivo del evangelizador. La verdadera alegría nace de Dios y de Jesucristo y de su encuentro en la oración.  El evangelizador, en cuanto portador de la Buena Noticia, ha de ser testigo de la esperanza.